La EPA publica la normativa final sobre el mandato de biocombustibles (RFS2).

A principios de febrero de 2010, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) publicó su reglamento final sobre combustibles renovables. La organización Amigos de la Tierra y grupos aliados presionaron a la EPA para que contabilizara las emisiones indirectas de gases de efecto invernadero que genera la producción de biocombustibles al calcular su impacto en el calentamiento global. Estas emisiones se producen cuando se convierten bosques y otros tipos de tierras para la producción de alimentos, con el fin de compensar el aumento de la superficie destinada al cultivo de biocombustibles. Afortunadamente, a pesar de la presión de la industria de los biocombustibles, la EPA cumplió con la ley e incluyó estas emisiones en su cálculo final. 

Sin embargo, contrariamente a análisis científicos previos, la EPA descubrió que el etanol de maíz producido en instalaciones que no utilizan carbón tiene un beneficio neto en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con la gasolina, incluso al considerar las emisiones derivadas de cambios indirectos en el uso de la tierra. Este hallazgo representa un cambio significativo con respecto al borrador de análisis de la EPA publicado la primavera pasada. podría incentivar la producción de más etanol de maíz.

Existen varias razones para este cambio. El análisis final de la EPA proyecta las emisiones de biocombustibles para 2022, no para la actualidad. Esto significa que la EPA está dando por sentado que la industria del etanol de maíz producirá etanol de maíz de manera más eficiente para 2022. La EPA también utiliza datos diferentes que sugieren que los rendimientos del maíz aumentarán considerablemente en los próximos años. Este tipo de suposiciones son altamente especulativas. La EPA debería basar su análisis en los datos científicos sobre los impactos de los biocombustibles en la actualidad, no en especulaciones sobre lo que podría ocurrir dentro de 12 años.  

Sorprendentemente, los cambios en los datos otorgaron al etanol de maíz procedente de centrales eléctricas no basadas en carbón una reducción de más del 20 % en las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con la gasolina. Y el biodiésel de soja, que anteriormente no había sido incluido en el grupo de biocombustibles "avanzados" del análisis preliminar, ahora cumple con el estándar requerido de lograr una reducción del 50 % en las emisiones de gases de efecto invernadero. Amigos de la Tierra espera profundizar en los datos para determinar la base de estos cambios repentinos que favorecen al maíz y a la soja.

Otro componente importante de la norma fue la reducción del mandato para la producción de biocarburantes celulósicos debido a suministro insuficiente. En otras palabras, a pesar de las afirmaciones de que el apoyo federal al etanol de maíz simplemente está construyendo un “puente” hacia mejores biocombustibles, las alternativas más respetuosas con el medio ambiente aún están lejos de estar listas para ocupar el lugar del etanol de maíz en el suministro obligatorio de biocombustibles.

La exigencia del Estándar de Combustibles Renovables para la producción de biocombustibles claramente no hace nada para frenar el crecimiento de los biocombustibles insostenibles ni para impulsar la producción de mejores biocombustibles. Los estándares de gases de efecto invernadero no están incentivando la producción de etanol de maíz de mejor calidad ni de otros biocombustibles supuestamente “avanzados”, ya que se han diluido con datos subjetivos. Mientras esto siga así, el Estándar de Combustibles Renovables seguirá beneficiando a la industria del etanol de maíz, en lugar de impulsar la producción de energía limpia y renovable.

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