Un despertar crudo: cómo podemos evitar otra tragedia en el Golfo

Por Scott Baumgartner

El 22 de abril, la plataforma Deepwater Horizon, arrendada por BP, se hundió frente a las costas de Luisiana, causando la muerte de 11 trabajadores. Se estima que la cantidad de petróleo vertida al océano supera los 19.000 barriles diarios, superando con creces el derrame del Exxon Valdez en 1989. Es, sin duda, el mayor desastre ambiental en la historia de Estados Unidos, y el petróleo continúa fluyendo.

Al momento de escribir este artículo, el petróleo crudo estaba llegando a la costa de Florida. Las proyecciones indicaban que el petróleo entraría en la Corriente del Golfo y ascendería por la costa atlántica durante los meses de verano. Los pelícanos empapados en un crudo que parecía salsa de chocolate eran evidencia física del daño sin precedentes que la negligencia de BP y el Departamento del Interior ha causado a uno de los ecosistemas más vibrantes del continente.

Y las historias se acumulan cada día: la inepta incapacidad de BP para detener el flujo de petróleo; la devastación de los medios de vida de los pescadores locales; la negativa de BP a dejar de usar dispersantes tóxicos, la negación de ver columnas de petróleo submarinas claramente visibles y la subestimación del flujo de petróleo para evitar multas. Si los vapores nocivos del petróleo no estuvieran enfermando a suficientes personas, la traición y la codicia descarada de BP nos han repugnado a todos.

Las escenas de devastación en el Golfo de México —desde la rápida expansión de la mancha de petróleo a lo largo de la costa hasta imágenes de vida marina ennegrecida y moribunda— recuerdan a Amigos de la Tierra las imágenes del derrame de petróleo de Santa Mónica y el incendio del río Cuyahoga, que inspiraron el primer Día de la Tierra y la aprobación de leyes históricas como la Ley de Agua Limpia. Es evidente que esta catástrofe debe servir como un llamado de atención para una nueva ola de acción ambiental: fijar un precio al carbono, abandonar el petróleo y otros combustibles fósiles, impulsar la energía solar y eólica, invertir en políticas de transporte inteligentes y rechazar permanentemente las falsas soluciones energéticas como la nuclear y los biocombustibles.

Este número de nuestra revista de noticias analiza cómo cada aspecto del trabajo de Amigos de la Tierra, desde las negociaciones internacionales sobre el clima hasta las políticas de transporte, contribuye a evitar desastres como el que estamos viviendo. Todo esto es importante y nos complace compartirlo con ustedes.