
Dispersantes tóxicos en el Golfo
Por Scott Baumgartner e Ian Illuminato

Al utilizar más de un millón de galones de dispersante hasta la fecha, BP ha tratado el Golfo de México como si fuera su propio experimento científico. Entre los dispersantes que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) considera tóxicos se encuentra Corexit, el mismo que utiliza BP.
Cuando la EPA informó a BP que la empresa debía dejar de usar Corexit y buscar una alternativa mejor, BP se negó. Sin embargo, algunas alternativas que la EPA tiene en mente podrían no ser mejores para el medio ambiente. Uno de estos dispersantes es fabricado por Green Earth Technologies y contiene nanomateriales manufacturados. Amigos de la Tierra y miembros de la coalición enviaron una carta a la administradora de la EPA, Lisa Jackson, oponiéndose al uso de este dispersante y solicitando su no aprobación.
Los nanomateriales manufacturados plantean graves problemas de salud. Muchos de ellos son tóxicos por razones que los organismos reguladores y los científicos desconocen por completo. Lo que sí sabemos es que varios nanomateriales manufacturados ya han demostrado causar graves daños a la vida acuática. También han presentado una toxicidad compleja al interactuar con el cuerpo humano. Además, los nanomateriales manufacturados pueden unirse rápidamente a otras sustancias químicas tóxicas, y posiblemente al Corexit, lo que aumenta la toxicidad general.
Con nanomateriales o sin ellos, una cosa está clara. Verter partículas tóxicas no probadas al agua, especialmente en cantidades sin precedentes, es una estrategia peligrosa donde los riesgos superan los beneficios.
Ni siquiera conocemos la naturaleza completa de estos nanomateriales, ya que esta información se considera secreto comercial por parte de su fabricante. Los dispersantes, en general, tienen recetas celosamente guardadas (aunque la de Corexit finalmente se ha revelado). La información comercial confidencial nunca debe prevalecer sobre las preocupaciones de salud pública. Los motivos de las empresas globales y nuestras economías deben estar al servicio de la salud pública y la salud de nuestro planeta. Las empresas no deberían estar motivadas únicamente por obtener beneficios mediante el secretismo, que inherentemente pone en riesgo nuestro bienestar.
El derrame de petróleo ocurrido en el Golfo de México es una tragedia que todos en este planeta compartimos. Si permitimos que BP vierta aún más toxinas en el ya castigado Golfo, ¿qué diría de nosotros? No se debería permitir que las empresas con fines de lucro comprometan nuestro bienestar y el del planeta solo para aumentar sus ganancias.
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