
Fondo Verde para el Clima: ¿Es necesario un cambio de rumbo?
Publicado originalmente en Reuters
El Fondo Verde para el Clima (GCF) pretende ser una institución nueva e innovadora que apoyará directamente la acción climática en los países en desarrollo, con especial atención a los más pobres y vulnerables que hasta ahora han tenido poco acceso a la financiación climática.
Además, el Fondo Verde para el Clima (FVC) debe lograrlo mediante proyectos y programas que también aborden el desarrollo sostenible y generen beneficios sociales, ambientales, económicos y de género. Sin embargo, la semana pasada, en su penúltima reunión antes de la cumbre climática de las Naciones Unidas en París, la Junta del FVC tomó decisiones que contradecían esta visión del Fondo.
En un proceso totalmente opaco, la Junta aprobó a Deutsche Bank y a otras instituciones problemáticas como GCF.“entidades acreditadas”, lo que significa que se encuentran entre las primeras 20 instituciones autorizadas a canalizar recursos del GCF hacia proyectos y programas en países en desarrollo.
Se supone que el Fondo Verde para el Clima (FVC) debe contar con estándares ambientales, sociales y fiduciarios rigurosos, con tolerancia cero ante el lavado de dinero. Sin embargo, Deutsche Bank, el gigante inversor alemán con un historial notoriamente cuestionable en materia de derechos humanos, medio ambiente e integridad financiera, superó sin problemas el proceso de acreditación del FVC.
Deutsche Bank no solo se encuentra entre los principales financiadores de carbón del planeta, sino que además ha sido investigado, acusado o multado severamente en múltiples ocasiones solo en el último año por lavado de dinero, evasión fiscal y manipulación del Libor.
Mucho antes de la creación del Fondo Verde para el Clima (GCF, por sus siglas en inglés), sus defensores —entre los que se incluían multitud de activistas de la sociedad civil, movimientos sociales y numerosos países en desarrollo— estaban impulsados por la necesidad de encontrar una alternativa real al Banco Mundial y otros bancos multilaterales de desarrollo.
En otras palabras, no querían una institución cuya dirección estuviera dictada por países ricos y corporaciones. Ahora, estos partidarios del Fondo Verde para el Clima (FVC), entre los que nos incluimos, dudan de si están obteniendo lo que esperaban.
El Fondo Verde para el Clima (FVC) ya ha acreditado al Banco Mundial, al Banco Asiático de Desarrollo, al Banco Interamericano de Desarrollo y al Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo. Si bien se supone que el FVC representa un cambio de paradigma, estas instituciones financieras internacionales mantienen el statu quo: organizaciones mayoritariamente impulsadas por los donantes que tienden a fortalecer sus propias capacidades en lugar de las de los países receptores.
El Fondo Verde para el Clima (GCF, por sus siglas en inglés) sí logró algunos avances en la acreditación de varias entidades nacionales y regionales con sede en países en desarrollo, como el Fondo de Inversión Ambiental de Namibia y el Centro de Cambio Climático de la Comunidad del Caribe.
También puso en marcha un programa piloto de “acceso directo mejorado” para descentralizar el poder de decisión hacia los países receptores. Sin embargo, dado que instituciones de gran envergadura como el Banco Mundial y el Deutsche Bank ya cuentan con amplios recursos y personal, es probable que reciban la mayor parte de los fondos del Fondo Verde para el Clima (FVC) en detrimento de las entidades nacionales más pequeñas, que tienen menor capacidad y, por lo general, solo están acreditadas para gestionar proyectos y programas de pequeña escala.
En lugar de respaldar a las grandes instituciones multilaterales por encima de las nacionales y subnacionales debido a problemas de capacidad, el Fondo Verde para el Clima debería priorizar el desarrollo de capacidades y el apoyo a la preparación de estas entidades más pequeñas para garantizar que mayores sumas de dinero puedan fluir directamente a los países en desarrollo en un futuro próximo.
DECISIONES POCO TRANSPARENTES
Parte del problema reside en el propio proceso de acreditación. Un panel de acreditación compuesto por un número limitado de expertos realizó una revisión documental de los solicitantes, con una alta dependencia de los documentos oficiales y poca evaluación crítica de la trayectoria de las entidades.
Según la interpretación que hace la secretaría del GCF de su política provisional de divulgación de información, la identidad de todos los solicitantes de acreditación debe permanecer confidencial hasta que la Junta los apruebe. Esto impide que las ONG y las comunidades compartan su vasta experiencia y conocimientos sobre el terreno.
La secretaría y el panel aparentemente se basan en gran medida en la información proporcionada por los propios solicitantes para analizar sus antecedentes, lo cual dista mucho de ser una fuente imparcial. Además, debido a la política de confidencialidad, el debate sobre cada solicitante en la Junta Directiva se llevó a cabo en sesión privada, sin la presencia de observadores.
El resultado: la Junta aprobó a los 13 solicitantes en un solo paquete, incluidos algunos problemáticos como Deutsche Bank, sin duda basándose en negociaciones políticas que implicaron la aprobación recíproca de solicitantes a pesar de las serias reservas.
Impulsar la acreditación de grandes entidades privadas internacionales y bancos multilaterales de desarrollo mediante un proceso opaco y políticamente controvertido deja al Fondo Verde para el Clima (FVC) vulnerable a perder toda credibilidad. Si bien muchos deseamos sinceramente que el FVC tenga éxito, no lo apoyaremos ciegamente y exigimos un cambio de rumbo.
La Junta debe encaminar al Fondo Verde para el Clima (GCF) hacia una senda más progresista y centrada en las personas, comenzando en su próxima reunión en Zambia este noviembre.
Como mínimo, la Junta debería corregir su política de divulgación de información para que el proceso de acreditación sea totalmente transparente; apoyar enérgicamente a las entidades nacionales de los países en desarrollo para que busquen la acreditación y desarrollen la capacidad de implementar proyectos y programas ambiciosos; y aprobar un conjunto inicial de proyectos que realmente satisfagan las necesidades de las personas pobres y vulnerables y del medio ambiente, en lugar de generar beneficios para inversores ya adinerados.
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