Un proyecto de ley propuesto por el Senado convertiría los océanos en corrales de engorde de peces

La administración Trump está realizando un gran esfuerzo para introducir la piscicultura industrial, destructiva y contaminante, en las aguas estadounidenses.

La piscicultura industrial en océano, también conocida como acuicultura de peces de aleta en mar abierto o marinos, es el cultivo masivo de peces de aleta en redes, cápsulas y jaulas. Estas granjas industriales submarinas contaminan nuestros océanos, amenazan la vida silvestre nativa, producen mariscos poco saludables y dañan la pesca de captura silvestre y las comunidades costeras.

El impulso para comercializar nuestros océanos proviene de todos los ámbitos de nuestro gobierno. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) ofreció millones de dólares a empresas emergentes de cría en corrales de red, posiblemente sin ningún análisis ambiental previo ni de especies en peligro de extinción. La versión de Trump del "Mes Nacional de los Océanos" (junio) prioriza la apertura de nuestras vías fluviales a las granjas industriales flotantes. Y a pesar de las innumerables amenazas ambientales, socioeconómicas y para la salud pública que plantea esta desastrosa industria, hemos presenciado cómo el Congreso se ha preocupado por las granjas en corrales de red, organizando sesiones informativas y audiencias a favor de la industria donde los expertos aplauden los supuestos "beneficios" y la "sostenibilidad" de las mismas.

Y ahora, el senador Roger Wicker (republicano por Mississippi) ha presentado un proyecto de ley que establecería un sistema de permisos para las piscifactorías industriales en aguas estadounidenses. La Ley para el Fomento de la Calidad y la Comprensión de la Acuicultura Estadounidense (AQUAA) modificaría la Ley Magnuson-Stevens de Conservación y Gestión Pesquera —una ley aprobada originalmente con el propósito de proteger nuestros océanos y las poblaciones de peces silvestres— para que la regulación de las jaulas de red esté bajo la jurisdicción de la NOAA, una agencia dedicada a la sostenibilidad y conservación de los océanos. El proyecto de ley de Wicker también incluye disposiciones que permitirían a las megacorporaciones contaminar directamente nuestras aguas y administrar medicamentos agrícolas y otros productos químicos, todo ello con muy pocas restricciones sobre las especies de peces que pueden criarse.

El senador Wicker también está apuntalando su proyecto de ley sobre la piscicultura industrial en mar abierto con una serie de mitos sobre los supuestos beneficios de la acuicultura en mar abierto.

Desmintamos esos mitos.

Mito 1: La acuicultura en mar abierto alimentará al mundo.

Hechos: A pesar de las afirmaciones contrarias, estas gigantescas piscifactorías comerciales no están diseñadas para alimentar a familias ni a comunidades empobrecidas. No encontrará mahi-mahi ni cobia de cultivo en cafeterías escolares, centros de la tercera edad ni instituciones penitenciarias. Estos peces se crían para restaurantes caros y exclusivos, no para alimentar a las masas.

Mito 2: Esto resolverá el déficit comercial de productos del mar.

Hechos: La mayoría de los productos del mar que se consumen en EE. UU. se producen en otro país. El proyecto de ley de Wicker también pretende resolver este déficit comercial de productos del mar, asumiendo que albergar corrales de engorde en nuestros océanos mantendrá el producto dentro de nuestras fronteras. Sin embargo, EE. UU. también exporta una cantidad significativa de productos del mar, y este proyecto de ley no especifica el destino final del pescado de piscifactoría. No hay garantía de que el pescado de piscifactoría estadounidense se quede en EE. UU.

Mito 3: Creación de empleo.

Hechos: La acuicultura es uno de los trabajos más peligrosos del país debido a los lugares aislados que se visitan y a las duras condiciones marinas, como fuertes tormentas, vientos y mareas. La industria ha comenzado a utilizar tecnologías de alimentación y monitoreo remoto, por lo que se necesitan muy pocos empleados para operar la granja. En contraste, la industria de la pesca de captura silvestre... Apoya más de 1,5 millones de empleos en los Estados Unidos, y sin duda se verán perjudicados por la presencia de granjas piscícolas que ocupan un espacio marino limitado.

Mito 4: Nuestra industria pesquera de captura silvestre y las comunidades costeras estarán protegidas.

Hechos: Esto es una locura. No existen suficientes protecciones en el mundo para brindar verdadera seguridad frente a las granjas industriales ancladas en el lecho marino. Cada instalación ocupará cientos de acres de espacio marino limitado que ya no estará disponible para otros. El daño a los ecosistemas circundantes y a la vida marina afectará la disponibilidad de poblaciones de peces saludables para la pesca. Además, las megacorporaciones que controlan la industria basarán sus negocios en el modelo de las granjas industriales, cultivando la mayor cantidad de peces posible al menor precio posible. Esto reducirá los precios de los mariscos y afectará la cantidad que las comunidades pesqueras pueden recaudar por productos capturados de forma sostenible. El proyecto de ley de Wicker no menciona en absoluto estos puntos.

Hemos visto cómo la industrialización de nuestros océanos provoca estragos ambientales y hemos visto jaulas de red en aguas estatales. Provocan derrames desastrosos de peces y la muerte de especies en peligro de extinción.. Todo parece indicar que estos corrales flotantes seguirán el mismo ejemplo, poniendo en peligro el océano y todo lo que vive en él y cerca de él, en aras del lucro corporativo.

Firma nuestra petición hoy:Dígale a su representante que se oponga a la Ley AQUAA.