Recordando a S. David Freeman, el 'vaquero verde'‘

Hace casi diez años, S. David Freeman comenzó a trabajar en Amigos de la Tierra como asesor principal, luciendo su ahora infame sombrero de vaquero. En aquel entonces, acabábamos de intensificar nuestra labor antinuclear tras el desastre de Fukushima y nos comprometíamos a convertir a California en un estado libre de energía nuclear y a detener definitivamente la expansión de los reactores nucleares en Estados Unidos.

Hoy admito, con cierta vergüenza, que cuando Dave y yo nos conocimos —él con su sombrero de vaquero, sus zapatillas nuevas (que siempre cambiaba), su sonrisa radiante, su humor autocrítico y su acento sureño— no tenía ni idea de quién era Dave. Mucho menos por qué le llamaban el Vaquero Verde. Nuestro Director de Clima de entonces, Damon Moglen, invitó a Dave a la oficina para enseñarle las instalaciones y presentarle al personal. La relación que Dave entabló con Damon y Amigos de la Tierra cambió el rumbo de la organización, la política energética de California y el plan para un gran resurgimiento de la energía nuclear en Estados Unidos.

Dave aportó energía, un profundo conocimiento, una extensa red de contactos desarrollada a lo largo de décadas en el sector público de la energía, un pragmatismo idealista, una ferviente pasión por el cambio, una demanda de recursos y, sobre todo, una firme determinación para luchar por decisiones inteligentes, decididas e intransigentes en la lucha contra el cambio climático. Dave quería acción, no filosofía ni debate. A sus casi noventa años, Dave irradiaba más vigor y tenacidad que activistas de la mitad de su edad.

Dave obligó a Amigos de la Tierra a pensar en grande y a ser más sofisticados, y no aceptaba un no por respuesta, de nadie: amigos o enemigos. Y era difícil decirle que no a Dave. Para cada campaña que Damon y Dave organizaban, la estrategia de Dave consistía en dedicar meses a investigar a fondo la economía y los detalles técnicos de los reactores nucleares y las empresas que los operaban, y contratar a los mejores expertos posibles para diseñar la estrategia regulatoria, legal y de defensa pública. Y, por supuesto, siempre había una solicitud de presupuesto considerable para cada campaña. Entonces, triunfaban. La confianza de Dave nos hacía sentir que ya habíamos ganado antes de empezar la batalla.

Dave no era idealista en su defensa. Si bien consideraba a los defensores de la energía nuclear como "fanáticos religiosos" debido a su fe inquebrantable en la tecnología a pesar de los problemas económicos y de seguridad, creía en brindarles a las empresas de servicios públicos, a los trabajadores y a las comunidades una solución.

Este astuto enfoque para lograr la protección del medio ambiente ha sido la base de los mayores éxitos de Amigos de la Tierra durante décadas, incluso en nuestros 50 años de historia.^el En el año de su aniversario, nada menos. Bajo la dirección de Dave, Amigos de la Tierra negoció la histórica Propuesta Conjunta para el cierre de la central nuclear de Diablo Canyon, la organización, la Hermandad Internacional de Trabajadores Eléctricos y las comunidades afectadas por el cierre. Esta Propuesta Conjunta clausuró los últimos reactores nucleares en funcionamiento en California, estableció una hoja de ruta para la sustitución de la energía nuclear por energías renovables e incluyó importantes recursos para la transición de los trabajadores, así como ingresos para los condados afectados. Este acuerdo tuvo tal relevancia política que la Asamblea Legislativa de California aprobó una ley para anular la decisión de la Comisión de Servicios Públicos de California de no financiar el plan de transición.

Durante el desarrollo de nuestra relación, le pregunté a Dave por qué o cómo se había puesto en contacto con Amigos de la Tierra. Dave recordó que, mientras él y Ralph Nader estaban reunidos con el senador Ed Markey, este se quejó de cómo Amigos de la Tierra había luchado contra su proyecto de ley climática, que incluía concesiones, en 2009 y 2010. Tras oír eso, Dave decidió poner a prueba a Amigos de la Tierra.

Como muchos de los que conocieron a Dave pueden atestiguar, trabajar con él nunca fue fácil. Discrepábamos en muchas cosas, especialmente en lo que respecta a los recursos, lo que nos llevó a separarnos. Pero Dave era una persona excepcional. Me hizo tomar algunas de las decisiones más difíciles y que más me exigieron un mayor desafío intelectual como presidente de Amigos de la Tierra. Nos impulsó a ser realistas sin concesiones, pero a la vez ambiciosos, obligándonos a considerar seriamente qué significa ganar y hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar para conseguirlo. A cambio de convertirnos en una organización con mayor impacto, Dave tuvo la oportunidad de enfrentarse a los fanáticos de la energía nuclear: transformó la red eléctrica de California, clausuró más de media docena de reactores en menos de diez años y, al mismo tiempo, dio un golpe definitivo al resurgimiento nuclear.

Dave fue un gigante en la lucha contra el cambio climático y la energía nuclear. Su legado perdurará gracias a las iniciativas de energía verde que impulsó en todo el país y a las comunidades que ahora son más seguras gracias a sus exitosos esfuerzos por clausurar las centrales nucleares y de combustibles fósiles. Fue un defensor incansable de la naturaleza y lo extrañaremos mucho.

Imagen de cabecera vía E&E.