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Por qué el plan fiscal de Trump supone un desastre climático

Erich Pica, presidente

Publicado originalmente en AlterNet.

A pesar de todos los elementos terribles del nuevo plan fiscal republicano —las concesiones extremas a los ricos, los aumentos de impuestos a la clase media y las importantes exenciones a las corporaciones que contaminan el aire y el agua—, la realidad es que no se trata de un plan para reformar el código tributario. Es un plan para acabar con el gobierno tal como lo conocemos. 

Cuando Trump presentó su presupuesto la primavera pasada, toda la gente razonable del país declaró al unísono que no podía ser serio. Los grandes recortes a programas populares e importantes de todo el espectro político jamás serían políticamente viables.

Mientras los republicanos sueñan con desmantelar las protecciones ambientales, lo cierto es que el Partido Republicano nunca ha contado con los votos ni el apoyo público necesarios para desmantelar los logros fundamentales del movimiento ambientalista. Un intento de regresar al país a la época anterior a la Ley de Aire Limpio fracasaría casi con toda seguridad. El trabajo de agencias como la Agencia de Protección Ambiental (EPA) es popular y sus efectos impactan a comunidades de todo el país. Sin embargo, a pesar del apoyo a estos programas y agencias, el presupuesto de Trump impuso un recorte del 31 % a la EPA, eliminando algunos programas y aboliendo otros.

Seguramente estos recortes a programas que ayudan a proteger el medio ambiente y la salud pública nunca sobrevivirían al Congreso.

Pero la seriedad del plan de exención de impuestos de Trump debería revertir cualquier idea de que su presupuesto fue una farsa.

Las ambiciones de los republicanos de imponer al pueblo estadounidense los recortes presupuestarios extremos de Trump se reflejan en el nuevo plan fiscal, aprobado por el Senado el viernes.

Hay muchas razones para que las personas que valoran el medio ambiente se sientan horrorizadas por el plan fiscal de Trump, que pretende inyectar más carbono en la atmósfera y más ganancias en los bolsillos de los contaminadores.

El plan modifica las normas tributarias para permitir que las grandes petroleras obtengan aproximadamente 1000 millones de dólares en ganancias por ventas al exterior. Este cambio de normativa representaría una importante recompensa para una industria que invirtió dinero en el extranjero, lo que les permitió evadir el pago de impuestos sobre estas ganancias. Las familias de clase media nunca tendrán tales lujos ni se beneficiarán de esta exención.

No falta el contraste en que este proyecto de ley también eliminaría el crédito fiscal para las energías renovables eólicas, reduciéndolo en un 40 por ciento.

Finalmente, este plan permite que las grandes petroleras conserven sus concesiones fiscales más atroces. y le otorga un fuerte recorte a la tasa de impuestos corporativos, garantizando que mantendrá su lugar entre los segmentos menos gravados y subsidiados de nuestra economía. 

La cruda verdad es que el plan republicano añadirá un estimado de 1 billón de dólares al déficit, que utilizarán como prueba adicional para justificar los recortes a los programas populares de protección ambiental.  

Sin suficientes votos para desmantelar leyes de protección ambiental ampliamente populares, los republicanos han puesto la mira en la segunda mejor opción: desmantelar las agencias ampliamente populares encargadas de hacerlas cumplir.

Desde que Grover Norquest comenzó a insistir en que los republicanos se comprometieran a reducir los impuestos, sin importar el costo, el objetivo del partido ha sido quebrar al gobierno recortando y desfinanciando un programa a la vez.

Con estos recortes, hemos visto a los ricos enriquecerse aún más, las funciones esenciales del gobierno deteriorarse, la división entre los dos partidos crecer y la voz política abrumadora de las corporaciones crecer. El plan fiscal de Trump solo empeora las cosas.   

Mientras los halcones presupuestarios republicanos votaban sobre los recortes de impuestos que aumentarán el déficit, comenzaron a preparar sus puntos de discusión sobre sus planes de hacer recortes austeros que dejarán a estas agencias sin fondos.

Por más horroroso que sea el temperamento de Trump, su plan fiscal es prueba de que no es más que otro republicano con ideas rotas destinadas a paralizar el progreso que nuestro país ha logrado en la protección del medio ambiente. 

Durante más de 30 años, el objetivo final del Partido Republicano no ha sido nada más que un plan para utilizar la política fiscal para canalizar los dólares de impuestos duramente ganados por los estadounidenses hacia sus donantes, al tiempo que se comprometen las funciones esenciales del gobierno. 

Trump es simplemente una variación más ruidosa y tóxica del viejo tema del Partido Republicano.

Este artículo fue posible gracias a los lectores y seguidores de AlterNet.

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