
Cómo la EPA fomenta el cambio climático
Un nuevo informe de Amigos de la Tierra, Etanol de maíz y cambio climático, demuestra cómo el Estándar de combustible renovable, a pesar de sus medidas de protección climática, aumenta la degradación ambiental.
El Estándar de Combustibles Renovables (RFS, por sus siglas en inglés), que exige la producción de 36 mil millones de galones de biocombustibles al año para 2022, se presenta como una herramienta para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, impulsar los mercados de energías renovables. Sin embargo, análisis científicos recientes —incluido uno de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés)— demuestran que el RFS apenas logra algo más que crear un mercado para el etanol de maíz, una alternativa a la gasolina perjudicial para el medio ambiente. De hecho, según datos de la EPA, el etanol de maíz podría producir hasta un 36 % de las emisiones de gases de efecto invernadero. más emisiones de gases de efecto invernadero superiores a las de la gasolina normal.
Al incluir el cambio indirecto en el uso de la tierra en el análisis del ciclo de vida del etanol de maíz, resulta cada vez más evidente que este combustible “renovable” no es ni sostenible ni respetuoso con el medio ambiente. Según el informe, “debido a su bajo rendimiento, la gran extensión de tierra que requiere y la probabilidad de que compita con la producción de alimentos por el uso de la tierra”, el etanol de maíz supone una amenaza para los precios internacionales de los alimentos, la salud del suelo y del agua, la calidad del aire y la conservación de los bosques. Sin embargo, la EPA optó por manipular sus datos, ocultando deliberadamente los resultados contundentes: el etanol de maíz exigido por el RFS ya produce más emisiones de gases de efecto invernadero que la gasolina y seguirá haciéndolo durante décadas.
Además, si bien el Estándar de Combustibles Renovables (RFS, por sus siglas en inglés) exige una reducción del 20 % en las emisiones de gases de efecto invernadero para todos los biocombustibles, la gran mayoría del etanol de maíz producido en EE. UU. se ha beneficiado de una exención por derechos adquiridos, quedando así exenta del requisito de protección climática. Al eximir a las plantas de etanol existentes del estándar de emisiones, el RFS elimina cualquier incentivo para que estas plantas modifiquen sus prácticas. Por lo tanto, la EPA no solo apoya el crecimiento del etanol de maíz, perjudicial para el medio ambiente, sino que también elimina los incentivos para mejorar este combustible en el futuro. Y todo esto bajo el pretexto de la protección climática y las energías renovables.
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