
El futuro de la alimentación: La próxima generación de transgénicos
Publicado originalmente en La Nación
NNuevas tecnologías de ingeniería genética como CRISPR se presentan como soluciones milagrosas para abordar los desafíos del sistema alimentario, desde la contaminación hasta el hambre. Se hicieron promesas similares sobre la primera generación de organismos genéticamente modificados (OGM) en la agricultura. Desafortunadamente, entre otros problemas, la mayoría de estos cultivos transgénicos provocaron aumentos masivos en el uso de herbicidas tóxicos como el glifosato, un probable carcinógeno. Antes de adoptar la próxima generación de OMG, debemos comprender sus efectos en la salud, el medio ambiente y la justicia social. Lamentablemente, la industria de la biología sintética avanza a pasos agigantados, impulsada por la publicidad y el capital de riesgo, con escasa consideración por las posibles consecuencias.
Entre los productos alimenticios elaborados con nuevas técnicas de OMG se incluyen la hamburguesa vegetariana Impossible Burger, la manzana Arctic Apple transgénica y el saborizante de vainilla derivado de levadura modificada genéticamente. Algunos de estos productos están llegando rápidamente a nuestros platos antes de que se realicen evaluaciones de seguridad completas, se implementen regulaciones y se etiqueten correctamente (de hecho, muchos se comercializan como “sostenibles”). Sin embargo, la evidencia inicial sugiere que podrían generar más problemas que soluciones.
Consideremos la Impossible Burger. Documentos de la FDA reveló Que su ingrediente clave —la proteína hemo, modificada genéticamente y que le da el color rojo a la hamburguesa— podría ser un alérgeno, y que además se encontraron 46 proteínas inesperadas y no analizadas en el producto. La FDA declaró que los estudios presentados por Impossible Foods “no demuestran la seguridad” de su producto; sin embargo, la empresa sigue vendiendo estas hamburguesas en todo el país.
La vainillina de Evolva, elaborada con levadura modificada genéticamente alimentada con azúcar y cultivada en tanques, se comercializa como “natural y sostenible”. Evolva puede hacerlo porque el término “natural” no está definido legalmente, lo que permite que su producto compita con la vainilla verdaderamente natural, de origen vegetal, cultivada de forma sostenible por 200.000 pequeños agricultores en las selvas tropicales del Sur Global. Como afirma Alejandrino García Castaño, agricultor mexicano de vainilla de tercera generación, argumenta“Poner la etiqueta de 'natural' a los productos de biología sintética es un acto deshonesto‘, que ’perjudicará a los pequeños agricultores que cultivan la planta real, cuidando a personas reales y bosques reales”.“
Nos encontramos en una encrucijada en el sistema alimentario, y la dirección que tomemos tendrá repercusiones a largo plazo. ¿Queremos que nuestros alimentos se produzcan con hongos o algas transgénicos, patentados, riesgosos y sin regulación, alimentados con materias primas dañinas para el medio ambiente como el maíz transgénico, y controlados por un puñado de megacorporaciones? En lugar de invertir en problemas potenciales disfrazados de soluciones, ¿no deberíamos invertir en la producción transparente, orgánica, ética y socialmente justa de alimentos reales, de manera que beneficie a los agricultores, los trabajadores de la cadena alimentaria, los consumidores, los animales y el medio ambiente?
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