
Historias de victoria
Derogando una regla de elecciones generales de la era Trump
Los sistemas de cultivos transgénicos (GM) son tristemente célebres por causar daños agrícolas y ambientales. Contaminan los cultivos orgánicos y convencionales y fomentan la proliferación de supermalezas resistentes a los pesticidas. Debido a que estos cultivos están diseñados para ser resistentes a los pesticidas herbicidas, un estudio encontró que aumentaron enormemente el uso de pesticidas en la agricultura estadounidense. Y económicamente, los cultivos transgénicos han perjudicado a los agricultores. miles de millones de dólares en pérdidas de mercado gracias a la contaminación de los cultivos.
Es evidente que la tecnología de GE es una industria peligrosa y arriesgada que requiere supervisión para garantizar que no se descontrole. Sin embargo, eso es precisamente lo que Donald Trump autorizó.
Durante su primer mandato, la administración de Trump promulgó una sentencia Eliminar la supervisión de la tecnología transgénica y permitir que la industria se autorregulara. Anteriormente, casi todas las plantas transgénicas debían ser aprobadas por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) antes de ser plantadas y utilizadas comercialmente; sin embargo, a los aliados de Trump en la industria de los pesticidas no les gustó esto. Trump otorgó poder a las grandes empresas agroindustriales al permitir que la industria transgénica decidiera por sí misma si sus plantas modificadas genéticamente debían someterse a una revisión regulatoria y a una evaluación de riesgos ambientales. Se eliminó toda transparencia.
Así que nos unimos como demandantes en una demanda y los llevamos a juicio.
Nos aliamos con el Centro para la Seguridad Alimentaria y otros aliados para demandar al USDA, argumentando que la norma violaba la Ley de Protección Vegetal, una ley promulgada en 2000 que otorgaba al USDA amplia autoridad para prevenir daños agrícolas, económicos y ambientales. Y el tribunal nos dio la razón.
Un tribunal de distrito federal gobernó que los organismos genéticamente modificados debe ser regulados, anulando las normas laxas de Trump sobre los transgénicos e impidiendo la introducción de cultivos transgénicos sin la supervisión del USDA. Los jueces exigió Una derogación del mandato de Trump para volver a la normativa anterior.
La sentencia fue aún más allá al criticar al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) por revocar la norma a pesar de que más de diez años de investigación científica demostraban la presencia de tecnología transgénica. El juez afirmó que la decisión de Trump se basaba en “percepciones y creencias” y carecía de un análisis claro y sólido.“
El juez lo expresó mejor: la ciencia demuestra que la tecnología de GE es dañina. Gracias a este caso judicial, se ha restablecido la supervisión básica necesaria para protegernos.
No nos quedaremos de brazos cruzados mientras la agroindustria, impulsada por sus ganancias, decide qué es seguro o no para nuestro medio ambiente y la salud pública. El USDA debe priorizar urgentemente una supervisión rigurosa de estos organismos transgénicos riesgosos y desconocidos. Seguiremos defendiendo la ciencia, no las ganancias de las corporaciones de pesticidas.
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